Al sur de la ciudad de Las Tunas se han podido apreciar a lo largo del tiempo y de forma esporádica los conocidos como “anillos de brujas”, unos misteriosos círculos de color verde que son fácilmente distinguibles en la planicie.
El fenómeno es típico de climas templados, por lo que resulta en extremo llamativo que se produzca en Cuba.
En la sabana tunera abunda la pitilla camagüeyana (Bothriochloa pertusa), una gramínea que es la causante de la formación de los curiosos anillos, los cuales se hacen visibles porque la hierba en esos puntos es de un color más intenso y de mayor desarrollo.
La banda de los anillos de brujas de Las Tunas posee un ancho de 1 a 3 metros y cuando aparecen se pueden contabilizar decenas. El mayor de los perímetros encontrados hasta el momento tuvo un diámetro de 50 metros de circunferencia.
Una de las curiosidades de estos anillos es que comienzan a formarse cuando llega la temporada de lluvias, pero luego, como por arte de magia, comienzan a desaparecer cuando llega la época seca.
Desde la Edad Media se cuentan historias sobre estas misteriosas formaciones en forma de anillos, ya que la imaginación popular y las supersticiones la atribuyeron a restos de rituales llevados a cabo por brujas bajo la luz de la luna.
Algunos cuentan que las jóvenes frotaban sus rostros con el rocío de la hierba de estos anillos para verse más bellas y que al rocío del centro le atribuían poderes capaces de conquistar el corazón de los amores prohibidos.
Lo cierto es que no hay nada de sobrenatural en la formación de estos anillos de brujas, ni en Las Tunas, ni en ningún otro sitio. La descomposición de las setas muertas, unida al nitrógeno del suelo, provocan que con las primeras lluvias comiencen a formarse estos anillos y que la hierba adquiera ese color característico que dé a pensar que se trata de algo sobrenatural.
