Comprar medicamentos en Cuba en medio de la crisis de abastecimiento de fármacos que sufre la Isla puede ser toda una odisea. Sobre todo, cuando a los afectados no les queda más remedio que convertirse en verdaderos gladiadores en las farmacias para adquirir las medicinas que pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Ramiro Betancourt es uno de los que tiene que pugilatear bien duro para comprar los fármacos que necesita. El martes, día que “abastecen” su farmacia se levanta a las 3:45 de la mañana, toma una taza de café y se va a hacer la cola, donde ya se le han adelantado unos cuantos vecinos.
Tiene 70 años y el ritual lo repite desde 2016 en que se acentuó la crisis de los medicamentos en Cuba. No se siente a gusto, su cuerpo está cansado y quisiera seguir durmiendo, pero no le queda otro remedio. De lo contrario corre el riesgo de quedarse sin la medicina que tanto necesita.
“Los medicamentos los descargan en la farmacia un día fijo de la semana y los venden al otro. Solo entran cuatro veces al mes y si uno no viene temprano a comprarlos, se acaban porque son muy pocos y no alcanzan para todos”, reafirma una señora que comparte el martirio semanal de Ramiro.
Desde que se acentuó la crisis de los medicamentos en Cuba, el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) determinó que en las 2 148 farmacias del país se estableciera un día de la semana específico para vender los medicamentos que estaban en falta.
Problemas de abastecimiento de materias primas y financieros han paralizaron varias plantas de medicamentos en Cuba, que produce la mayor parte de los fármacos que produce y que no cuenta con liquidez suficiente para importarlos.
La justificación constante de las autoridades suele ser el embargo estadounidense, respuesta que les sabe a poco a los que como Ramiro tienen que hacer madrugadas de guardia en las farmacias para poder comprar sus medicinas.
“No hay manera que uno pueda entender que en las farmacias no haya medicinas y que uno las encuentre en el mercado negro a precios desorbitantes”, se queja una anciana en la cola poniendo el dedo sobre la llaga de uno de los factores que agrava la escasez de fármacos en Cuba.
En efecto, como el mismo MINSAP ha reconocido, una parte de los medicamentos que se producen en Cuba nunca llega a los anaqueles de las farmacias, pues es desviado al mercado negro por los mismos empleados que los esconden del público.
Para tratar de combatir este flagelo el MINSAP estableció un nuevo modelo de receta, limitó el número de estas por médico e incrementó los controles sobre las farmacias. Pero la situación dista mucho de ser siquiera regular. Más para un país como Cuba que gusta de llamarse a sí misma “una potencia médica”.
