La ciudad de Santa Clara amaneció el pasado 25 de agosto, como de costumbre, con multitudinarias colas en las afueras de las tiendas recaudadoras de divisas, de las pocas que aún se mantienen vendiendo productos en CUC a la población. No obstante, una pequeña diferencia se hizo sentir entre los santaclareños, los cuales a partir de ese momento pudieron empezar a comprar con la libreta de abastecimiento, algunos de los productos más demandados en la red de tiendas en CUC.
Según dieron a conocer los medios oficialistas, la medida trae consigo una «mayor equidad» y pretende cerrar aún más al paso a coleros y revendedores.
Una vez al mes, se venderá por núcleo familiar un pomo de aceite, un tubo de pasta dental, picadillo, dos paquetes de salchichas, dos de detergente, uno de pollo, dos jabones y un desodorante. No obstante, se aclaró que los productos serán distribuidos en la medida de la «disponibilidad que exista», por lo que pudiera darse el caso que mientras en una tienda se distribuyen productos de aseo, en la otra puedan estar vendiendo cárnicos.
Desde horas bien tempranas en la mañana, los santaclareños se aglomeraron en las cercanías del parque Vidal, frente a la tienda “Novedades”, para intentar alcanzar el tan ansiado paquete de pollo para su núcleo familiar.
No habían dado las 11 de la mañana y el pollo ya se había agotado, pues solo se surtieron 200 pacas al local.
“Aquí le corresponde la compra a cinco bodegas del Consejo Centro, pero la cantidad de pollo disponible en el día solamente alcanzó para distribuirla a una de ellas. Esto es por orden de llegada. Si lo cogiste, ya no te toca de nuevo”, comentó al respecto una de las dependientes de la tienda.
Algunos no se han mostrado conformes con la medida, ya que consideran que el aquello de “donde comen dos, comen tres” no se aplica en los núcleos familiares numerosos en los que hay varios niños y ancianos.
Por otra parte, algunos pensionados se han quejado que el pollo no se está vendiendo en porciones más pequeñas y que con lo que perciben al mes con su chequera apenas les alcanzaría para comprar un paquete de pollo en 195 pesos cubanos, un pomo de aceite y alguna que otra bobería.
En la propia fila, las personas reunidas especulaban sobre una posible reventa de estos productos regulados.
«Puede que se acaben las coleras, pero los revendedores no. La gente va a empezar a vender por detrás lo que no necesite a otros que no les alcanza. Lo otro que no entiendo es que ahora tengo que dejar de trabajar toda la mañana para venir aquí con la libreta a comprar. Hay que estar pendiente todo el tiempo del día que van a sacar las cosas”, comentó una mujer que salía ya con su bolsa de pollo para todo el mes.
