Tener un carro propio en la Cuba de hoy es un lujo que muy pocos se pueden permitir. Los precios de los vehículos son tan elevados que sería necesaria más de una vida para poder adquirir uno con el salario que paga el Estado a sus trabajadores. A su vez, el sistema de transporte público es tan deficiente, que trasladarse de un municipio a otro es casi un castigo para el cubano de a pie.
Para muchos el llegar a tener un auto es una asignatura pendiente. Una especie de sueño que quizás nunca puedan llegar a cumplir. Yunier Hernández siempre quiso tener uno. Al cumplir los 32 años de edad y ver como la posibilidad real de comprarlo estaba cada vez más lejos, se dio a la tarea de construir uno con sus propias manos.
“Siempre soñé con tener mi propio auto. Cuando era apenas un niño ya me imaginaba sentando al volante y recorriendo la ciudad. Por ello, cuando cumplí mis 30 años, me puse de a lleno a tener mi carro”, cuenta Yunier.
Yunier construyó un vehículo bien pequeño con forma de automóvil, con la pequeña diferencia que es impulsado con pedales. Su “invento” cuenta incluso con luces (de carretera, ciudad e intermitentes) y tiene varias velocidades. No solo es un medio de trasporte para su dueño, también le facilita su trabajo pues puede cargar materias primas e insumos para una paladar (restaurante particular) en Boyeros.
“Lo mismo me sirve para pasear los fines de semana que para resolver cosas para el trabajo. Me han llegado a ofrecer buen dinero por el carrito, pero yo no lo vendo, no quiero volver a andar a pie. Lo mismo llevó a mi esposa y mis hijos de paseo al parque Lenin o para visitar nuestra familia en Managua”, cuenta Yunier.
La necesidad ha hecho que el cubano tenga que inventar o sí o sí. Lo mismo para mantener rodando viejos autos americanos de más de 70 años de explotación como para crear marcas propias de motocicletas únicas como la “Karpazuki” (una mezcla de Karpati con Suzuki. El objetivo es similar, quitarse de arriba el transporte público.
La creatividad, empujada por la necesidad, ha llevado al cubano a “inventar” para poder sobrevivir por más de cinco décadas años. Algunos, como Yunier, logran cumplir sus sueños.


