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Gobierno cubano gasta 40 mil dólares en un barco para convertirlo en restaurante y luego dejan que se hunda

Indignación!!! No cabe otra palabra para describir lo que uno siente cuando escucha cosas como que el Gobierno cubano invirtió 1 millón de pesos cubanos (40 mil dólares) en convertir un barco abandonado en un restaurante para colocarlo en un la laguna La Turbina, en Ciego de Ávila, y luego dejar que se hunda apenas un año después sin nunca inaugurarlo.

En marzo del pasado año el Ministerio de Turismo de Cuba dio «baja» a esta embarcación por encontrarse en mal estado y el Gobierno Provincial de Ciego de Ávila decidió invertir parte del presupuesto otorgado por el Estado para comprarla y «repararla», anunciado que la convertirían en un restaurante para el «disfrute del pueblo».

Así llegó al Parque de la Ciudad de Ciego de Ávila en una gran grúa, después de pequeñas reparaciones y darle dos manos de pintura. Las autoridades dijeron que en solo dos semanas abriría para recibir a sus primeros clientes, pero la lentitud de esas semanas se convirtió en más de un año y la embarcación volvió a quedar inservible por falta de mantenimiento, hasta que naufragó esta semana.

La Empresa Municipal de Gastronomía, vaya titulo rimbombante de los que habitualmente se ponen en Cuba, estaba al timón de esta embarcación para convertirlo en lo que sería el restaurante El Flotante.

Sin embargo, hoy nadie sabe cuando se podrá reservar para comer, a no ser que se haga debajo del agua. Estaba previsto que es su planta baja se ubicarán ocho mesas para cuatro personas, mientras en el piso superior estaría un bar, con siete mesas para cuatro personas.

En los últimos meses los trabajadores que se encargaban de su mantenimiento tenían que sacar todos los días el agua que se iba filtrando con cubos, pero en la jornada siguiente todo volvía a ser lo mismo.

El pasado lunes ocurrió lo inevitable y el agua ya lo había hundido casi cuatro metros. El martes trataron de sacarlo a la orilla, después que se rompieran las amarras que debían mantenerlo en su lugar y que los tubos que debían vararlo se aflojaran. Un brusco movimiento tumbo uno de los poste y se le encajó por debajo, cerca de la popa, rompiendo finalmente el casco de la embarcación.

Finalmente ayer lograron arrastrarlo hasta la orilla de esta laguna artificial. Unos hablan de sacarlo y ponerlo sobre bases de cemento, otros de arreglarlo y devolverlo al agua. Todo implicaría nuevos gastos. La solución de una balsa de ciegoplast a la medida para soportar sus 24 toneladas requeriría de otra importante inversión por parte del Gobierno.

Adquirir la antigua embarcación costó 250 000.00 pesos (10 mil dólares), sin contar las reparaciones hechas luego por la empresa contratada para reconvertir aquella patana en un restaurante, superando el millón de pesos cubanos (40 mil dólares).

Allí pernoctaron deambulantes en sus noches ebrias y sobrios que efectuaron sus encuentros nocturnos con desagradables huellas, otorgando al “sin rumbo” esa rabia que le hizo voltearse, tumbar “molinos” y sumergir sus penas.


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