«Ha muerto Don Eusebio», escribió hoy el presidente cubano Miguel Díaz-Canel en sus redes sociales para referirse al fallecimiento de Eusebio Leal, para luego asegurar que fue «el cubano que salvó a La Habana por encargo de Fidel Castro».
«Hoy se nos ha ido el cubano que salvó a La Habana por encargo de Fidel y se lo tomó tan apasionadamente que ya su nombre no es suyo, sino sinónimo de la Ciudad. Ha muerto nuestro querido Leal», escribió el mandatario, en una serie de tuits con los que rindió homenaje a la memoria del fallecido Historiador de la Ciudad.
Hoy se nos ha ido el cubano que salvó a La Habana por encargo de Fidel y se lo tomó tan apasionadamente que ya su nombre no es suyo, sino sinónimo de la Ciudad. Ha muerto nuestro querido Leal. #EusebioLealPorSiempre pic.twitter.com/Zit1dUIuqS
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) July 31, 2020
Eusebio era un hombre extraño, como mismo lo reconocían quienes lo conocieron en la intimidad, tanto que fue capaz de cambiar el orden de sus apellidos en reconocimiento de su madre y para castigar los descuidos de su padre durante su crecimiento.
El propio Fidel reconoció su obra frente a La Habana Vieja, incluso llegando a decir «si no tuviéramos a Eusebio, tendríamos que inventarlo».
Sin embargo, a pesar del propio reconocimiento, Fidel nunca se fío del todo de Leal. Dice algunos que su aversión a los modos eclesiales, sus agitada vida sentimental, de la que quizás pueda escribirse hasta un libre, y su siempre naturaleza desconfiada, le hicieron mantener siempre la distancia de aquel historiador que un día, de la noche a la mañana, decidió vestir siempre de gris.

Leal siempre cuidó lo bajo perfil, con un don de la palabra único, que era capaz de vender a empresarios y dignatarios extranjeros la idea de financiar los proyectos con que tanto soñaba para devolverle a la capital cubana el esplendor que nunca debió perder.
Cuando Fidel le encargó restaurar La Habana Vieja y convertirla en un gran polo turístico, le preguntó a Leal: «¿Qué necesitas?», a lo que el historiador respondió: «Nada, porque si yo empiezo a pedirle usted no vuelve nunca”…
Esa idea finalmente se materializó en lo que es hoy el centro histórico a partir del Decreto Ley 143, suscrito por Fidel y posteriormente por Raúl Castro, siendo el único decreto firmado por dos presidentes en la historia de Cuba.


