Como si se tratase de una plaga, o una ciudad bajo asedio, en La Habana proliferan desde hace más de 20 años las viviendas llenas de rejas en sus puertas y ventanas para protegerse de los delincuentes. Es una moda nefasta. Una plaga.
No es una paranoia insólita ni una manía, sino un mecanismo de salvaguardar bienes como un televisor de pantalla plana, un reproductor de DVD o un ordenador, que de otra forma estarían a merced de los malhechores.
En los últimos años el robo en las viviendas habitadas ha aumentado. Los ladrones, suelen romper las puertas para llevarse cualquier cosa: desde un par de zapatos hasta los objetos más insospechados que consideren que pueden reportarles unos cuantos CUC.
Este tipo de delincuentes siempre porta armas cuando entra a robar a las casas y, aunque su primera intención es robar y no hacer daño, si llegan a sentirse acorralados pueden llegar a ser muy peligrosos y hasta matar a los inquilinos.
Ese temor real es la causa de esta especie de “bunkerización” de La Habana y, si bien es cierto que no es nada barato poner rejas de hierro en un domicilio, es mucho peor que por no tomar las medidas de seguridad, se acaben perdiendo varios objetos de valor durante un atraco.
El temor a un robo es la causa de la “bunkerización” de La Habana.
Hay una clara diferencia entre las personas solventes y los que tienen que enrejarse por pura necesidad. Se nota a golpe de vista. Quienes tienen dinero, buscan un herrero decente que les diseñe rejas, cercas y puertas de calidad, acordes que con la arquitectura de su morada. Cuando escasea la plata, no queda otra alternativa que acudir a personas que cobran más barato y no siempre dominan el oficio.
Es común en La Habana ver casas fortificadas… en algunas, las rejas son verdaderas obras de arte, pero la gran mayoría son verdaderas chapuzas, con cabillas o trozos de hierro sin pulir ni pintar y colocados sin el mínimo gusto estético. Lo que importa es blindar el gao, como dicen muchos.
Quizás la exageración máxima en este tipo de enrejados sean los garajes de los autos, de los cuales hay gran parte en los portales de las casas. Sin embargo, los pillos se las ingenian para romperlas con un gato hidráulico y terminan dejando claro que a los rateros no hay reja que se les resista.
Sí, es cierto que muchos enrejados son antiestéticos. Pero si tu no cuidas tus bienes, nadie lo hará por ti. Cuando se trata de los objetos que han sido adquiridos con mucho sacrificio, vale más precaver que tener que lamentar, ya que muchas veces las pertenencias sustraídas es muy difícil poder volverlas a reponer. Ya usted sabe, si vive en Cuba… que sean bienvenidas las rejas.
