El Gobierno cubano ha emitido una curiosa ley que prohíbe a la población en la isla utilizar cualquier gorras, carteras, accesorios, pañuelos, prendas de vestir o incluso una revista que hagan alusión al consumo de la marihuana y que muestren los símbolos que tradicionalmente se asocian al cannabis, como su clásica hoja verde.
El decreto 23/2020, publicado esta semana en la Gaceta Oficial, advierte que desde ahora será delito «importar, tener, transportar o exportar materiales, bibliografía, propaganda, bienes, objetos, parafernalia, cigarrillos electrónicos» que hagan alusión a la marihuana, su uso y consumo.
Los absurdo resulta que cualquier revista con ilustraciones o artículos que promuevan el uso de la marihuana será considerado una contravención de la ley. Así mismo, lo será también cualquier material audiovisual que cuestione su penalización y muestre el lado terapéutico o presuntamente medicinal de su consumo. Esto podría afectar, incluso, al paquete semanal, que con frecuencia tiene documentales sobre el tema.
Las autoridades consideran que este tipo de artículos «incitan», «estimulan» y hacen «propaganda» sobre «el uso de la planta Cannabis (marihuana), el arbusto del Erythroxylum coca (coca) y de la Banisteria laurifolia (yagué), flores, semillas, productos o sustancias, componentes derivados de estos, que produzcan efectos similares a las drogas».
Contrario a otros países, que avanzan muchos en busca de la creación de leyes que permitan la legalización de la marihuana, así como su uso recreativo, Cuba defiende su política de «tolerancia cero» ante este fenómeno.
El Código Pena vigente determina que aquel que sea detectado cultivando, vendiendo o en posesión de marihuana en Cuba podría enfrentar penas de entre cuatro y diez años de privación de libertad.
A pesar de la estricta penalización, en la Isla hay un amplio consumo de marihuana, una parte de ella cultivada en el territorio nacional especialmente en zonas de difícil acceso como montañas y parajes aislados, pero también proveniente de los recalos que llegan a las costas. Algunos de estos bultos que arriban son detectados y confiscados por las fuerzas del orden, pero otros terminan en el mercado negro.


