InicioActualidad¿Se acabó la Pequeña Habana que conocieron los exiliados cubanos?

¿Se acabó la Pequeña Habana que conocieron los exiliados cubanos?

La ola de urbanización que amenaza llegar a la Pequeña Habana pudiera cambiarla para siempre.

La que fue por décadas una comunidad donde las personas de pocos recursos podían al menos pagar un techo a un precio medianamente decente, podría dejar de serlo en un futuro no muy lejano.

Muy bien al respecto se sienten los dueños de los terrenos y los urbanistas para quienes representaría el negocio del siglo.

Tampoco están disgustados los que trabajan en el centro y no extrañarían para nada los largos desplazamientos diarios que realizan hacia allí desde las comunidades de clase media situadas en la afueras.

Los conservacionistas y activistas de la ciudad están, sin embargo, muy preocupados por la llegada de las grúas.

Igual sensación comparten las personas más humildes que viven en el lugar que se verían desplazadas por la subida de los alquileres ante la revalorización de los terrenos.

La Calle 8 se ha revitalizado en los últimos años como un punto recepción de turistas en Miami.

La Pequeña Habana ha sido a lo largo de décadas un símbolo para la comunidad cubana en Estados Unidos, sobre todo para los que recién llegaban al país.

Allí, sin un título de una universidad estadounidense, pero con una buena formación y empreño se podía salir adelante hasta poder mudarse a lugares mejores como Hialeah o Westchester.

Para otros, sobre todo para la gente mayor, la Pequeña Habana era la última parada del tren: esa en la que se bajaban de forma voluntaria para poder sentirse como en Cuba.

Los cubanos han sentido la Pequeña Habana como una extensión de la cultura de la Isla en el exilio (un intento por cambiar su nombre a Barrio Latino fracasó estrepitosamente).

Un lugar donde se puede caminar tranquilamente y sentarse a disfrutar de un buen desayuno a base de café con leche y pan con mantequilla.

La Pequeña Habana es la Ellis Island de Miami, el lugar de llegada y establecimiento de muchos inmigrantes

La comunidad, para la norma de la ciudad de Miami, cuenta con un servicio de autobuses bastante decente y numerosos residentes hacen uso de la bicicleta como medio de transporte.

A los activistas y conservacionistas les preocupa que en la Pequeña Habana del Este y en especial el sector colindante con Brickell comience un proceso de aburguesamiento, pues la demolición de los barrios bajos no levantaría demasiado escándalo y allí los terrenos y la construcción son más baratos.

Las autoridades del condado no pasan mucho trabajo para convencer a los residentes que las urbanizaciones constituyen “mejoras”; aunque estas se reduzcan a embutirlos en edificios para especular con los terrenos y abrir al uso comercial zonas que hasta el momento era exclusivamente residenciales.

Si finalmente triunfaran los urbanizadores y llenaran la Pequeña Habana de condominios y edificios; esta, definitivamente, dejaría de ser lo que es.

Así ha sucedido con otras zonas de Miami y nadie cree que la Pequeña Habana pueda escapar de semejante destino.


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