A sus más de cuarenta años, la delgadez y baja estatura de Julito Ramos hacen que luzca de mucho menos edad. Su infancia transcurrió en Juanelo, uno de los barrios marginales “más calientes” de La Habana, entre las drogas y la violencia.
Su familia nunca pudo ponerle un freno al carácter violento que mostró desde bien pequeño. Sus padres se separaron cuando él era un niño por razones que nunca supo, pero asegura que eso nunca le llegó a importar mucho.
Cuando tenía 13 años fue enviado a una prisión de menores tras cometer su primera fechoría. Sus enemigos lo respetaban y le temían, ya que pese a ser pequeño de estatura, en su cuerpo no había un ápice de miedo a nada. En el barrio lo llamaban “Julito Guapería”.
En una ocasión por poco no puede hacer el cuento, ya que tuvo un problema en el barrio de Jacomino y vinieron a cobrársela con un revólver. Si no llega a ser porque en ese momento varias personas intercedieron por él, le hubiesen llenado el cuerpo de balazos.
Como es “fácil de cara”, nunca le faltaron las mujeres, pero él nunca supo cómo tratarlas y hasta les daba golpes cuando estaba bajo los efectos del alcohol o de las drogas. Es una especie de Don Juan, solo que déspota y mucho más violento.
Julito tiene a sus tres hermanas en Miami y están locas por sacarlo de una vez por todas de Cuba, pero con los antecedentes penales que se gasta es muy difícil que vayan a concederle una visa.
Una vez intentaron sacarlo del país en una lancha, pero justo el día acordado a Julito se lo llevaron preso por caerle a golpes a su mujer. Las hermanas se enfurecieron y decidieron no hacer nada más por él.
Julito tiene un hijo que es su alter ego. Con quince años recibió una puñalada que casi le cuesta la vida. Las tías, desde el norte, andan buscando la manera de que el muchacho no se eche a perder como el padre. Le enviaron 5.000 dólares para que saliera por Ecuador y el joven se los gastó en mujeres, ron y pastillas.
El muchacho dice que lo que más desea es estar con su padre en la prisión, para juntos “mandar allá dentro”. Julito saldrá de prisión dentro de poco. Quizás su hijo ocupe su lugar. O tal vez pronto estén juntos, mandando allá dentro, como sueña el heredero.


