El legendario hospital capitalino Pedro Borrás Astorga, luego de un largo período de indecisiones y abandono desde que fuera clausurado en 1988, pasó a ser finalmente demolido por presentar peligro de derrumbe y una total carencia de decisiones que contribuyeran a su rescate.
Su inauguración en la barriada capitalina del Vedado se produjo en 1933 bajo el nombre de Hospital Municipal de la Infancia y estuvo prestando servicios hasta los inicios de la década de 90 del siglo pasado, fecha en la que la emblemática estructura con toda y su arquitectura estilo Art Decó, y a pesar de ser una de las construcciones más emblemáticas de la ciudad, quedó abandonada luego de frustrados intentos de restauración.

Con capacidad para 500 camas, cuenta la historia que sus arquitectos a Félix Cabarrocas Ayala y Evelio Govantes Fuertes, dejaron su legado en otras reliquias de la arquitectura habanera, entre estas el Capitolio, el Palacio de Bellas Artes, la ahora Casa de la Amistad, el hospital Freyre Andrade y la Plaza Cívica, actual Plaza de la Revolución.
Fue rebautizado en 1961 como Pedro Borrás Astorga, un joven estudiante de medicina que perdió la vida en los sucesos de Playa Girón.
Desde sus inicios el hospital fue un centro de referencia para la atención pediátrica en diferentes especialidades y era visitado asiduamente por los capitalinos y personas de provincia que a pesar de contar con instalaciones similares en sus respectivas localidades preferían este centro.

En el ya lejano 1988, el hospital insignia de la pediatría latinoamericana fue cerrado para una reparación capital con el respaldo de una fundación creada para los efectos en Asturias, porque precisamente Borrás Astorga tenía ascendencia genealógica en esa región española.
Los trabajadores contratados para la obra sustrajeron y vendieron casi todos los materiales aportados por los donantes asturianos, fueron muchas las viviendas del entorno que fueron reparadas o remodeladas con estos insumos.
El área que ocupaba la legendaria instalación se mantuvo inutilizable durante algún tiempo y no pocos habaneros llegaron a pensar que con el auge del turismo este espacio sería utilizado para edificar alguna construcción de este tipo.

El antiguo Hospital Pediátrico Pedro Borrás Astorga resurgió de las cenizas convertido en un parque de poco brillo, quizás por su desolada estética.
Lo que ahora es un parque (ya que nunca logró ser restaurado) cuenta además con un espacioso parqueo, del que ni siquiera hacen uso los autos pertenecientes a las reconocidas instalaciones médicas de las cercanías como el Centro de Oncología y Radiobiología y el Hospital Ortopédico Fructuoso Rodríguez (¨El Fructuso¨).
Todos los esfuerzos por reparar el edificio nunca llegaron a materializarse y hoy descansan en solitario, los cimientos de un hospital, que lamentablemente solo quedará en el recuerdo de algunos cubanos.



