Las largas filas para comprar alimentos y artículos de primera necesidad están a la orden del día en Cuba, aun cuando las autoridades sanitarias han hecho énfasis en la necesidad de mantener el aislamiento social.
Pollo, queso, leche, carne de cerdo, jabones y detergentes, son solo algunos de los causantes de las grandes aglomeraciones de personas en las afueras de las tiendas.
En las multitudinarias colas, donde en la mayoría de los casos se cuenta con un representante del orden público para “controlar” que se cumplan las normas, se puede encontrar personas con diferentes intereses para con sus compras.
Las colas están abarrotadas por dos tipos de personas, los ciudadanos en busca de suministros para sus casas y los acaparadores que intentan llevarse todo lo que pueden, para revenderlo en el mercado negro.
Las filas se tornan enormes porque la policía dispone un espacio de tres pies entre una y otra persona, mientras que dentro de la tienda sólo pueden estar hasta cinco personas a la vez, lo que torna el proceso lento, que, cuando se suma la cantidad de gente formadas, acaba en largas horas de espera para los compradores.
Los cubanos se han apoyado mucho por estos días en plataformas como Telegram y WhatsApp, donde existen grupos en los que los mismos usuarios se avisan sobre la existencia o no de algún producto en las tiendas y hasta la cantidad aproximada de personas que hay haciendo cola. Además, también sirven como mercado paralelo donde se pueden encontrar a la venta algunos artículos que incluso se suelen llevar hasta la puerta de la casa. Eso sí, su precio es significativamente superior al estatal.
El problema de este mercado informal es que la mercancía suele proceder de acaparadores o del mismo personal de las tiendas que se las ingenia para desviar los productos de manera ilegal.
Las autoridades han tratado de tomar medidas extremas para frenar el éxodo de insumos hacia el mercado negro y para ordenar las largas colas en las tiendas y mercados, de modo que no se conviertan en un foco de infección generalizado en el país. Sin embargo, no han logrado poner coto a las malas prácticas ni abastecer los mercados de manera generalizada, lo cual provoca las aglomeraciones de gente que podrían acabar por echar por el suelo el logro de controlar los contagios de coronavirus en el país.
En La Habana o ciudades cabeceras de provincias, ya hay días en que, aun sin servicios de transporte, la gente sale y se mueve como en una etapa normal, se aglomera en una cola para comprar cualquier cosa, o simplemente sale “a dar una vuelta”.
Hay que hacer un llamado justo a la precaución, pero que pone a la población entre el dilema de no comer o no infectarse.
