Mailen Llanos Ross, madre del niño de cuatro años Ragnar Francisco Mosqueda Llanos, uno de los casos reportados con coronavirus en Cuba, nunca llegó a imaginar que su viaje desde Estados Unidos se convertiría en una pesadilla.
“Hacía tres años no veía a mi familia, ya había sacado el pasaje; y decidí arriesgarme”, cuenta Llanos Ross a los medios del régimen de Cuba.
Mailen llegó a Cuba el pasado 19 de marzo junto a Ragnar y a su hija de cinco meses, pero el día 23 sus hijos tuvieron que ser ingresados en el hospital militar Joaquín Castillo Duany, de Santiago de Cuba, por presentar síntomas de COVID-19.
“Arribamos a Holguín procedente de Estados Unidos a las 12:40 pm y luego llegué a la casa como a las 3:00 pm. El niño me hizo una fiebre de 38 al amanecer lunes a las 4:00 am. Enseguida me lo sobaron, pensábamos que era una maleza de estómago lo que tenía porque no hizo más fiebre», rememoró.
Al ver que su hijo tenía un “pequeño” catarro decidió llevarlo al consultorio y allí, cuando el médico de guardia vio los síntomas que presentaba, lo remitió al policlínico.
“Cuando llegamos al consultorio a las 10:00 am nos remitieron para el policlínico y por la noche nos mandaron como a las 7:00 pm para Santiago de Cuba. Me mandaron a buscar a la niña también, pues los tres viajamos juntos”, recuerda, aún sintiendo en la piel los atropellados momentos que le tocó vivir.
En un primero momento los menores fueron ingresados como casos sospechosos, pero 48 horas más tarde, al realizarles las pruebas, el varón dio positivo.
Todos en su casa de Bayamo fueron aislados, aunque dieron negativo para la enfermedad.
Mailen recordó que en ese momento tuvo escoger entre uno de los dos, pero que finalmente decidió irse con el varón que era el que más la necesitaba. Su niña se quedó en otra sala con una enfermera permanente.
“El epidemiólogo que nos hizo el ingreso me informaba sobre ella. La jefa de la sala, yo no tengo forma de agradecerle a Graciela López. Ella me llamaba, me mandaba fotos de la bebé”, contó.
Indicó que el pequeño se mantuvo asintomático todo el tiempo, solo demostraba fiebre cuando le colocaban el Interferón.
“El niño se mantuvo viendo muñequitos todo el tiempo, fue la manera de mantenerlo tranquilito. Donde estaba era una sala de niños nada más, los acompañantes todos éramos negativos», comentó.
A ella y al menor le repitieron la prueba al cabo de los 14 días y dieron negativo.
“Que alegría cuando me dijeron que mi bebé era negativo, ese día me dijeron los médicos ‘felicidades, ya están de alta’. El domingo pasado (12 de abril) ya le habían dado el alta a la niña. La trajeron en un taxi con una enfermera para la casa de mi familia”, dice con la voz entrecortada.
Mailen Llanos Ross, a medida que se adentra en aquellos días de palpitaciones y angustia, se le pierde la voz; pero recobra la alegría cuando contempla ahora desde casa a sus dos pequeños a salvo.


