Amaury Prieto reside desde hace varios en Miami, pero viajó a Cuba el pasado 21 de marzo porque dice que las condiciones en Estados Unidos para enfrentar el coronavirus eran «pésimas». Sin embargo, lo que nunca imaginó es que ya llegó a su ciudad natal en Camagüey infectado…
En el parte diario del 29 de marzo de 2020 fue el primer caso confirmado a la pandemia en este territorio y rápidamente corrieron los rumores por su poblado de Majagua que tenia «una pila de gente enredá» a los que posiblemente podía haber contagiado.
«Llegué a Cuba de Estados el 21 de marzo, porque allí vi las pésimas condiciones para hacerle frente a este virus. Sabía que en mi país iba a estar más seguro. Cuando llegué a la casa, con mi padre, hija y esposa, decidí ir a hacerme la prueba. Fui identificado como caso sospechoso el día 24, remitido e ingresado en el Hospital Nguyen Van Troy, hasta que me dio positivo, y entonces me trasladaron para el Hospital Doctor Octavio de la Concepción y Pedraja, de Camagüey», recuerda Amaury.
Aunque a su llegada no sabía aun que venia contagiado, decidió decirle a su esposa que lavara toda su ropa con cloro y al mínimo ardocito que sintió en la garganta decidió presentarse en el hospital.
«La unica que tuvo contacto conmigo fue mi esposa Mavel y la aislaron en Ceballo 8. Ella ha dado dos veces negativo a la enfermedad, una vez a la prueba rápida y otra al PCR en tiempo real», comentó al diario oficialista Invasor.
Igualmente ha sucedido con el amigo que lo fue a buscar al aeropuerto. Al retornar de Estados Unidos, inmediatamente, llevó a su niña para la casa de su tía, y a su papá, que vive cerca, le prohibió acercarse a la casa. Sabía que llegaba de un país con alto riesgo.
Ya lo peor pasó y le dieron el pasado fin de semana el alta médica. Ahora se encuentra aislado en su casa, solo con su esposa, porque ella no ha querido separarse de él en ningún momento. Sin embargo, están durmiendo en camas separadas, ella en la sala y Amaury en el cuarto. De lejos todo el tiempo…
«Todavía tengo medicación en la casa, a donde retorné con los ocho interferones Alfa 2B Recombinante que faltan por ponerme, en total son 15, y más de 60 tabletas de la Kaletra (un antirretroviral utilizado contra el VIH-Sida, y con algunos efectos sobre el nuevo coronavirus), de un ciclo de 130», dice sobre el tratamiento que tiene puesto.
Asegura que la comida en el hospital fue «excelente», le daban «leche tempranito, pan con jamón y refresco por la noche, carne de res, pollo, porque el medicamento ¡es bravo!».
“Me ponían dos rocephin a las 6:00 de la mañana y dos a las 6:00 de la tarde, en vena, y una bránula puesta permanente. Tomaba tres pastillas por la mañana, dos Kaletra y una cloroquina, y tres más por la tarde, lo mejor que existe para este padecimiento”, precisó.
Dicen que sus «amigos de Miami» lo han llamado varias veces y se quedan «sorprendidos» de que todo su tratamiento haya sido gratis.
«Gratis todo, ¡y caro que le cuesta al país! Muchos amigos de afuera, que nos llamaban para dar apoyo, cuando estábamos ingresados, decían: ¡coño!, eso vale aquí, la gente pelea eso, lo llora. Nos comentaban: no tenemos medicamentos, el médico salió a ver con quién consigue un rocephin a una señora con falta de aire», comentó al citado medio.


