Con los restaurantes y bares cerrados, los transportistas privados con sus licencias suspendidas y las casas de rentas sin turistas a los que alquilar sus habitaciones, miles de dueños de negocios se las comienzan a ver negras en Cuba para sobrevivir sin fuentes de ingreso, y ni que decir de sus trabajadores, muchos de los cuales vivían de las propinas que obtenían.
En un país socialista donde el Estado domina la actividad económica, el sector privado fue ganando espacio en los últimos años. Actualmente emplea a 605.908 personas, el 13,8% de la fuerza laboral.
Estos «cuentapropistas» principalmente rentan habitaciones, manejan restaurantes, salones de belleza y taxis.
Muchos negocios privados que se hicieron a lo largo del país estaban montados bajo un esquema de recibir turistas, porque realmente el cubano no va a un paladar a gastar 100 dólares por comida.
Y rápidamente previeron el peligro: dos días después del cierre de las fronteras a los no residentes (medida que más tarde se amplió a toda entrada al país), 16.062 trabajadores privados solicitaron la suspensión temporal de sus licencias, entre propietarios de negocio y empleados, según el Ministerio de Trabajo.
Al miércoles 119.079 ya lo habían hecho, un 19% del total, y quedan eximidos temporalmente del pago de impuestos.
Esta crisis sanitaria cayó como un balde de agua fría sobre el sector, ya impactado durante los últimos dos años por el recrudecimiento del embargo de Estados Unidos.
Ya el sector privado venía resintiéndose, sobre todo en La Habana cuando dejaron de llegar los cruceros de Estados Unidos, impedidos por Washington de hacer escalas en la isla desde junio pasado.
Incluso antes del coronavirus, el volumen de clientes en los restaurantes y las ventas no eran los que había dos años atrás. Y ahora llegó el COVID-19 que terminó rematando.
El impacto ha sido sobre todo dramático para los empleados, cuyos ingresos eran muy superiores al salario estatal promedio en la isla (de 50 dólares al mes).
Los dueños de muchos negocios ya se inventan estrategias para enfrentar el peor escenario: una Cuba que tardará otra vez en recibir a turistas extranjeros. De no tener turistas, se van a tener que enfocar más en el público cubano, a lo mejor tienen que hacer alguna reestructuración en el negocio , con precios más accesibles.




