Un equipo del Centro de Estudio de Fabricación Avanzada y Sostenible (CEFAS), el cual pertenece a la Universidad de Matanzas, se ha dado a la tarea de producir máscaras de protección sanitaria para la lucha contra el coronavirus mediante el uso de impresoras 3D
De un modelo sencillo, estás máscaras resultan muy fáciles de ensamblar. Además, han sido confeccionadas empleando un material biodegradable.
Según las declaraciones de Ramón Quiza Sardiñas, director del CEFAS, el modelo utilizado tiene su base en un diseño disponible en internet, al cual se le realizaron algunos ajustes y el cual se comenzó a fabricar utilizando el poliácido láctico como material de impresión.
«Cada máscara protectora cuenta con tres componentes básicos, lo que se imprime es la parte frontal, además requiere un elástico como sostén, y una lámina de acetato, explicó el también doctor en ciencias.», añadió el también doctor en ciencias.
De acuerdo a las palabras de Sardiñas, actualmente disponen de dos impresoras 3D, una de estas en el Centro, y la otra en casa del profesor Marcelino Rivas Santana, uno de los principales impulsores de esta iniciativa
“Tenemos un par de rollos de PLA donados por amigos canadienses y alemanes, podemos imprimir unas 20 o 30 máscaras de protección, las pondremos a disposición de las autoridades del sector de la Salud quienes determinarán dónde darles un mejor uso en la batalla contra el coronavirus SARS Cov-2”, señaló.
Sardiñas aseguró que el hecho de trabajar con impresoras 3D representa una gran ventaja, ya que es posible realizar cualquier modificación que recomienden los médicos debido a que los diseños son flexibles.
En ese sentido, medianas empresas y pequeños productores han puesto sus impresoras al servicio de hospitales a los que las multinacionales de productos médicos no han podido llegar.
Válvulas, conectores, mascarillas de protección, viseras y pantallas son algunos de los productos “impresos” para la actividad sanitaria. Las necesidades globales de insumos médicos para el enfrentamiento a la COVID-19 han hecho que, en los mercados internacionales, la oferta de estos se
encuentre muy por debajo de la demanda y se haga difícil encontrar proveedores para satisfacer en tiempo, cantidad y sin especulación los pedidos.




