El inmunólogo cubano Arturo Casadevall, quien reside en Estados Unidos, señaló a la comunidad científica internacional la opción de usar la sangre de las personas convalecientes de coronavirus para preparar el plasma que puede curar a los que actualmente se encuentran enfermos.
La citada práctica no es para nada nueva, pero se ha retomado hace poco para intentar hacer frente a los devastadores efectos del coronavirus COVID-19 al sistema inmunológico de algunos pacientes.
La estrategia ya ha mostrado sus resultados con anterioridad, tal es el caso de otras pandemias como la gripe de 1918, cuando un virus se cobró la vida de unos 50 millones de personas en el planeta. En aquel entonces, los ensayos clínicos con plasma sanguíneo de supervivientes lograron reducir la letalidad del virus.
El País informó que el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid se encuentra trabajando contra reloj con varios hospitales en un primer ensayo clínico, el cual se encuentra actualmente en fase preliminar y pendiente de la autorización del Ministerio de Sanidad.
Para llevar a cabo el citado procedimiento no es válida cualquier tipo de donación, ya que se requiere “plasma hiperinmune”, lo cual implica que se deban realizar exámenes para encontrar los donantes idóneos.
Arturo Casadevall, quien es una autoridad entre los investigadores de enfermedades infecciosas en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, asegura que esta vacuna puede tardar meses en ser probada, por lo que se requiere que la comunidad científica internacional ponga en práctica los conocimientos que posean con respecto al tema para ganar en rápidez,
“Cuando la situación empezó a empeorar, quedó claro que merecía la pena intentar este tipo de ensayo clínico”, expresó el inmunólogo.
Casadevall considera que los casos en los que no ha funcionado este tratamiento se debe a que fueron tratamientos experimentales a la desesperada y recuerda que el gobierno chino también trabaja con esta estrategia y hasta el momento muestran buenos resultados preliminares.
