En la capital cubana se encuentran actualmente casi mil argentinos entre hoteles estatales, hostales y casas de familia, y el gobierno de ese país se encuentran buscando obtener nuevos sitios en los que duerman sus ciudadanos ante la posibilidad del cierre obligatorio de los alojamientos autorizados frente al avance del coronavirus.
Específicamente en el caso de Cuba, se había comienzo a una gestión diplomática reservada que incluye a la Cancillería, a la Secretaría de Culto, a la Conferencia Episcopal, a las autoridades religiosas en Cuba y al gobierno que lidera Miguel Díaz-Canel.
Guillermo Oliveri, secretario de Culto de Argenina, sostuvo una conversación telefónica con monseñor Oscar Ojea, titular de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), para solicitarle que mediara con las autoridades religiosas cubanas para lograr que los argentinos varados en La Habana cuenten con nuevas opciones de alojamiento.
Esta negociación en Cuba tenía una dificultad básica. La Iglesia católica es resistida por las autoridades del régimen comunista y entonces su capacidad administrativa y logística es limitada. Es cierto que la visita de Francisco a La Habana mejoró las relaciones institucionales, pero el clero católico está muy acotado, tiene escaso poder y mínimas condiciones edilicias.
Ojea dialogó en Cuba con los responsables de la Comisión Episcopal y transmitió la información al secretario Oliveri, que informó al canciller argentino Felipe Solá para que se pusiera en contacto con Javier Figueroa, embajador argentino en La Habana.
Figueroa dialogó con el cardenal cubano Juan de la Caridad García, que es secretario de la Comisión Episcopal de Cuba. “Vemos cómo hacemos”, le contestó Caridad García al embajador argentino.
Pasado el mediodía (hora de Cuba), Figueroa dialogó de nuevo por teléfono con De la Caridad para avanzar en la negociación. Pero la respuesta del cardenal cubano fue desalentadora y terminal: “No tengo lugar; lo siento”, dijo desde su oficina en La Habana.
Ahora, el embajador argentino deberá hacer lo imposible para contener a los cientos de argentinos que están varados en la Isla y que cuentan con escasos recursos económicos y de pésimo ánimo personal.
La tarea en estos momentos no es para nada sencilla y con el paso de los días se seguirá agravando, ya que el gobierno cubano empezará a cerrar hoteles y a prohibir que casas de familia concedan alojamiento a turistas.
Estoy en permanente contacto con nuestras representaciones en el exterior y con cancilleres de otros países. Enviaremos recursos y diseñaremos la logística para asistir a los argentinos que están lejos de su hogar. Ese es el compromiso que el Presidente ha hecho y lo cumpliremos.
— Felipe Solá (@felipe_sola) March 26, 2020
Figueroa había conversado ayer con el cardenal cubano tras la gestión iniciada por monseñor Ojea. Pero hoy esa ilusión terminó. De la Caridad informó al embajador argentino que no tiene espacio disponible para albergar a los argentinos varados en La Habana. “Lamentablemente se nos cerró esa puerta”, dijo Figueroa desde Cuba.


