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Cubano construye en su casa un avión de madera y acero que quiere volarlo en el verano

En el garaje de su casa, con mucha inventiva, ayuda de sus vecinos, madera y acero, el ingeniero cubano Adolfo Rivera, de 70 años, está construyendo un pequeño avión con el que pretende surcar junto a su esposa los cielos de la Isla en los próximos meses de verano, dice que lo tiene todo listo y solo le falta la tela para cubrir las alas antes de terminar de ensamblarlo.

Ubicado en el barrio capitalino de Miramar, el garaje de Rivera pudiera ser como cualquier otro, con su reguero de diferentes piezas, un ventilador que hace mucho ruido y varias tazas de café fuera de lugar. Sin embargo, en vez de un automóvil, en el sitio se encuentra nada más y nada menos que un avión a medio construir.

Sin contar con alguna experiencia como piloto, este cubano elevó su primer prototipo en 1973, el cual presentaba sus alas forradas con papel, porque no contaba con tela para ello.

Foto EFE Ernesto Mastrascusa

“Yo pesaba 54 kilos y el planeador 52”, recuerda, y para certificar el éxito de aquella primera y arriesgada misión, apunta: “estoy contando esto ahora, así que no pasó nada”.

El nuevo modelo es un proyecto mucho mayor, ya que posee dos plazas, pesa unos 400 kg, mide 6 metros de longitud y cuenta con un motor de 64 cv, lo cual le permitiría levantar vuelo a 61 km/h, alcanzar una máxima de 165 km/h y mantenerse en el aire durante unas 2 horas.

“Cada día avanzamos más. En este verano posiblemente nos gustaría volarlo y creo que hay bastantes posibilidades”, declara el padre del AR-9 ULM, que se confiesa impaciente por ponerse a los mandos: “si por mí fuera, lo forraba y empezaba ya con las pruebas de vuelo”.

Rivera piensa que a partir de su aeronave se puedan construir otros modelos similares y utilizarlos en las escuelas de aviación e incluso para realizar tareas de inspección forestal.

Hasta el momento el prototipo ha superado todas las pruebas de certificación de las autoridades de aviación cubanas, pero aún falta ensamblar el resto de componentes, barnizar y pintar, antes de recibir el visto bueno final para el despegue.

Al preguntársele por quién será el copiloto que lo acompañe en su primer vuelo, Rivera sonríe y duda:

“Quizá los compañeros del club o mi mujer, Teresa”.

 


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