Cuba es el octavo país del mundo que más pollo per cápita consumo en el mundo entero, según datos oficiales del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA). En el 2019 fueron China, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Sudáfrica, Chile, Rusia y Cuba los países que encabezan la lista de naciones que más carne de pollo consumieron por persona.
Estados Unidos continua siendo el gran suministrador de pollo a la mayor de las Antillas, sobre todo de las llamadas «partes oscuras» (muslos y contramuslos). Antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el gobierno cubano compró más de 17 millones de dólares de carne de pollo a empresas agrícolas estadounidenses.
En segundo lugar se colocaba Brasil, antes de la llegada de Jair Bolsonaro a presidencia, de donde provenía mayormente el pollo entero que terminaba en las mesas de los cubanos. Aunque las relaciones políticas entre ambos países se han deteriorado, las compañías brasileñas Frangosul y Perdix siguen ubicándose con dos grandes suministradoras de pollo a la isla.
Según datos públicos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, las importaciones cubanas de carne de pollo desde ese país alcanzaron en los primero 6 meses del pasado año un 60 por ciento del total que se importó durante todo el 2018.
El pollo para los cubanos se ha convertido en la principal fuente de proteína animal
Aunque en los primeros meses del 2019 se notó una fuerte caída de las compras de pollo, desde el mes de abril Cuba se convirtió en el segundo importador de pollo de Estados Unidos a nivel mundial.
Muchos expertos incluso se aventuran en asegurar que Cuba podría convertirse en el país que más carne de pollo compra en Estados Unidos, si llegara a levantarse la medida que obliga a la isla a comprar pagando en efectivo este alimento a los productores estadounidenses.
El muslo y el contramuslo de estas aves se han convertido en la principal fuente de proteína animal de muchas familias. La industria avícola cubana atraviesa desde hace años un mal momento, golpeada sobre todo por los frecuentes fenómenos meteorológicos y una economía que no permite modernizar la industria para su producción en las granjas de cría especializadas.
Problemas con el techado de las granjas, el suministro de agua para mantener las naves limpias y el delicado asunto del pienso complica que los animales puedan gozar de las condiciones mínimas para que pongan todos los huevos que podrían, mucho menos para darle a un pollo una cierta cantidad de libras en poco tiempo.
La deprimida industria local obliga a que cada año se deba importar más del 80% de los alimentos que se consumen en la Isla, entre ellos más de 120.000 toneladas de carne de pollo.




